Yo se que mi Redentor vive

Escrito por: Charles Spurgeon

El único consuelo de Job residía en esta breve palabra: «Mi». «Mi Redentor»; y en el hecho de que el Redentor vive. ¡Oh, asirse de un Cristo vivo, cuánto significa! Tenemos que poseer a Cristo antes de poder gozar de Él. Un mensaje de Job 19:25

El único consuelo de Job residía en esta breve palabra: «Mi». «Mi Redentor»; y en el hecho de que el Redentor vive. ¡Oh, asirse de un Cristo vivo, cuánto significa! Tenemos que poseer a Cristo antes de poder gozar de Él. ¿Para qué me sirve el oro que está en la mina? Hasta en Perú hay pordioseros, y en California hay quien mendiga pan.

Es el dinero de mi bolsillo el que pues con él puedo comprar satisfará mis necesidades, pues con él puedo comprar el pan que me hace falta. Así, pues, un Redentor que no me redime, un pariente que nunca defiende mi sangre ¿de qué me sirve? No estés satisfecho hasta que puedas decir: «Sí, yo me arrojo sobre mi Señor viviente; y Él es mío».

Puede ser que lo retengas con mano débil; piensas que casi es presunción decir: «Él vive como mi Redentor». Pero si tuvieses fe como un grano de mostaza, esa poca fe te autorizaría a decirlo. Pero hay también otra palabra aquí que expresa la fuerte confianza de Job: «Yo sé».

Decir «yo espero, yo creo» es consolador, y hay miles en el redil de Jesús que difícilmente alguna vez puedan decir mucho más. Pero para lograr la esencia de la consolación, tú tienes que decir: «Yo sé». Los «sí», «pero» y «quizás» son seguros matadores de la paz y del consuelo.

Las dudas son cosas terribles en tiempo de aflicción. Hunden, como avispas, el aguijón en el alma. Si tengo alguna sospecha de que Cristo no es mío, entonces allí hay vinagre mezclado con hiel de muerte, pero si yo sé que Jesús vive por mí, entonces la oscuridad no es oscura, pues aun la noche es luz en torno mío.

Si Job en aquel tiempo, antes de la venida de Cristo, podía decir «Yo sé», nosotros no tendríamos que hablar menos positivamente.

No permita Dios que nuestro positivismo sea presunción. Miremos que nuestras evidencias sean fundadas a no ser que edifiquemos sobre una esperanza sin fundamento. Un Redentor viviente, realmente mío, es gozo inefable.

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