Anhelando una Vida Mejor
Texto Biblico: 2 Corintios 5:1
Anhelando una Vida Mejor
“Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos”. (2 Corintios 5:1) Pablo se refiere al cuerpo humano como la morada terrestre, corre el velo y revela que para aquellos que hemos creído en el Señor, la muerte física no es el fin de la vida, sino simplemente un cambio de morada.
Enseña que esta morada será muy superior a nuestro cuerpo físico, y lo representa como un edificio, una casa, totalmente edificada por el mismo Dios y que ya no será pasajera, sino que será eterna y estará en los cielos.
“Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial” (v.2). Pablo, cuando recibió esta revelación, vio y entendió la gran diferencia entre lo terrenal y lo celestial. Esto lo llevó a anhelar con todas sus fuerzas el tomar posesión de su morada celestial. Pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos.
El apóstol se refiere al cuerpo como una morada donde las personas gimen de angustia, pero al abandonar el cuerpo, lo mortal es absorbido por la vida (v.3-4). Luego, Pablo compartió acerca del propósito de Dios para con nosotros diciendo: “Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu” (v.5).
Después de que Jesús resucitó de entre los muertos, se reunió con Sus apóstoles y les dijo: “Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:21-22).
Gracias a Dios por habernos dado al mejor compañero, el Espíritu Santo, quien nos orienta y dirige en cada paso que damos; Él es nuestro soporte que nos fortalece y anima hasta que lleguemos a nuestra casa celestial. “Así que vivimos confiados siempre” (v.6a).
En qué puede confiar el cristiano sino en las promesas que Dios nos ha dado en Su Palabra y es lo que Pablo añade: “…Porque por fe andamos, no por vista” (v.7) entendiendo que la vida de fe, es algo que sólo la conocen los que han nacido de nuevo.
En su carta a los Efesios el apóstol logra sentar un precedente: “Si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:21-24).
ALGO EN QUÉ PENSAR
Un obrero de la General Motors había tratado de cortar cierto nuevo metal muy duro. Después de repetidos esfuerzos inútiles llevó el metal al administrador general de la corporación, quien era un reconocido ingeniero de automóviles e inventor, y le dijo que no podía cortarlo.
Él le preguntó: “¿Ha usado el diamante para cortar metales?”. El trabajador dijo que no; luego, fue a tratar de hacerlo y pudo cortarlo con el diamante. Entonces, el administrador le dijo: “El metal no es demasiado duro, sino que nuestras herramientas no son suficientemente fuertes”.
Cristo sabía que las herramientas de los primeros discípulos no eran lo resistentes como para hacer el trabajo difícil, por eso insistió en que Sus discípulos esperasen hasta que viniera el Espíritu Santo en el día de Pentecostés, antes de dedicarse a la tarea de obedecer la gran comisión.
Fueron preparados para su inmensa tarea por el poder del Espíritu Santo que vino a morar en sus vidas aquel día. En semejante forma nuestras herramientas humanas son débiles para llevar a cabo el trabajo de Cristo y el de vivir como Él. Cada uno de nosotros debe tener su propio Pentecostés, y eso ocurrirá cuando dejemos que el Espíritu Santo nos llene, lo cual puede hacerse ahora mismo.